"Hay algo que debéis entender de mi forma de trabajar. Cuando me necesitáis y no me queréis, debo quedarme. Cuando me queréis, pero ya no me necesitáis, debo irme... Es un poco triste, pero es así"- película: La niñera mágica.

(Sin embargo, a pesar de mi ausencia física, me tendréis allí donde me necesiten)


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16 de enero de 2013

La pulsión en búsqueda del Instinto


Para hablar de pulsión tenemos que primero hablar de instinto para que nos podamos entender.

Los humanos nos caracterizamos por tener pulsiones (y según que autores afirmarán o negaran que también hay instinto)

¿Entonces cuál es la diferencia?
El instinto es, digamos, más animal, es un impulso que viene dado con un conocimiento. El animal sabe lo que tiene que hacer y se siente impulsado a ello. Las tortugas marinas nacen y saben que tienen que ir corriendo hacia un lugar específico, el mar. En un momento dado la madre Felina se separa de sus cachorros porque ya son grandes. No lo hace por una cuestión cultural ni consideración, algo la impulsa a hacer un acto con una finalidad específica.
Es decir, el animal no necesita simbolizar ni hacer grandes planteamientos sobre nada, ya que viene pre-programado con una serie de instintos que lo alientan a aquello que necesita. Puede hacer una serie de operaciones sobre su medio, pero básicas y aun así están impulsados por el instinto.

En el hombre hablamos de pulsión. El hombre habla. Y ese hablar no es algo casual, ni poco importante, sino que en el hablar representa un mundo, se apropia de aquello que es externo y lo interioriza, lo hace propio y lo puede modificar. De hecho estarán leyendo esto gracias a dicho mecanismo, simbolizar y producir sobre aquello que el sujeto se ha podido apropiar de la realidad. Nos escapamos del mecanicismo para poder crear algo nuevo sobre lo que hay.
Pero este hecho tiene un coste, que si hay conocimiento en el sujeto, el instinto tiene que quedar despojado del mismo, y sólo queda un "impulso a", que llamamos pulsión.

Entonces la pulsión es ese impulso sin domeñar, salvaje, que busca satisfacerse de alguna manera y necesita de una serie de conocimientos. Dichos conocimientos están instaurados en una cultura, y dicha cultura se inscribe en cada sujeto a través de sus semejantes. Entonces la pulsión debe encontrar ahora su camino a través de un conocimiento que le es ajeno, ya que está despojada del mismo.
El pensar, el interpretar el mundo, el construir ha hecho que ese conocimiento del instinto se traslade a la cultura y queden las pulsiones huérfanas buscando desesperadamente un camino para poder expresarse y satisfacerse.
Esto significa que el humano no tiene instinto (al menos desde este punto de vista). Digamos que hay una serie de automatismos en el humano que se activan a su vez. En todo caso aquello que ha quedado de instintivo modificará la cultura, y aquello de pulsional se adaptará a la misma. Pero la cultura ahora ya no es un "instinto" sino algo diferente, algo más voluble, algo que a su vez queda sujetado por el discurso de quienes la habitan.

Ahora bien, el otro día veía en Facebook que otro psicoanalista preguntaba cuál fue la mayor masacre de la humanidad. La respuesta fue las 320 millones de muertes de los indígenas por la colonización.
Luego viendo un programa de la televisión repasaban las épocas de la inquisición donde se perseguía lo diferente y se lo anulaba.
¡Claro!... Algunos dirán que es el instinto de mantener el grupo y lo diferente fuera. Pero tenemos un problema... "el diferente" dependerá de la cultura. A veces los judíos, otras los negros, otra los gays, otra las mujeres, otra los extrajeros. No hay un instinto, habrá, en todo caso, pulsión... interpretada a través de una visión cultural.

Sin embargo me quede reflexionando sobre esta necesidad tan imperante en el humano de buscar un Amo, alguien que le explique, qué, por qué, cómo y hacia dónde. Llámese Dioses, ciencia, astros, etc.
Parece que el humano en cualquier momento de su vida como sujeto, como pulsional, ha necesitado encontrar algo externo que le dé una respuesta.
Si seguimos el planteamiento sobre el instinto y la pulsión, vemos que el animal no necesita que nadie le explique nada, ellos ya saben todo lo que necesitan saber, vienen con ellos. Pero cuando nos encontramos con los humanos, que podemos atrapar al mundo en nuestras mentes y modificarlo, a su vez perdemos un conocimiento instintivo que daba respuestas a lo que se... ¿necesitaba?
Entonces nos quedamos con la capacidad de pensar pero sin respuestas. Ahora los humanos, liberados de las cadenas del instinto, pero no así de la pulsión, podemos crear cosas maravillosas, inventar, re-inventar, re-inventarse... en definitiva, el humano se apropió del saber. Pero ese saber lo ha dejado frente a un universo demasiado vasto para ser comprendido, y con una urgencia que lo incita, que le urge buscar una solución a su demanda: La pulsión.

Desde los padres, jefes, instituciones y religiones el humano busca algo, alguien que sea tan poderoso que le otorgue respuestas a sus urgencias pulsionales. Lacan dirá que el humano goza del Otro. Este "Otro" con mayúsculas es aquel que se posiciona como el amo de cada uno y que se representa en la realidad.
Y por esos amos, amamos, matamos, no pensamos y hacemos aquello que haga falta con tal de que algo se nos diga cómo hacer. En definitiva, Gozamos de ese dominio, que podemos odiar u amar, pero que se hace cargo de qué hacer con lo nuestro.

Entonces parece que la pulsión impulsa al sujeto a satisfacerse de diferentes maneras, y lo hace dependiendo del laberinto que es cada sujeto y lo que éste ha tomado de la cultura. Pero a su vez, esta pulsión busca desesperadamente algo que tiene que ver con el pasado, algo poderoso, un saber, un dios, un algo que le diga "el cómo actuar". Es inherente al humano esa búsqueda constante... y es en la pulsión que se encuentra la búsqueda de ese amo perdido llamado saber, que en su época se llamó instinto. Como si la primer operación de escisión del humano hubiese sido un saber de su impulso (instinto) y dejando ese impulso (pulsión) como un huérfano perdido que busca quien lo vuelva a guiar. Así como la pulsión de muerte que ayuda a la vida y a su vez la arrastra a su origen, parece que todas las pulsiones siguen buscando su respuesta perdida que la recuerda bajo el nombre de instinto.

En la medida que seamos capaces de pensar y simbolizar, seremos sujetos sin tener todas las respuestas.

Sergio Alonso Ramírez
Psicólogo - Psicoanalista


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